ECCE HOMO
FAAK -TA TENEBRIS || Centro PARRAGA 19 MAYO 2018

ADULTERIO
Esta es una obra de caracter intimista y autobiográfica, por lo que para comprenderla, hace falta remontarse a la experiencia de vida de J. Berenguel.
Modelo de desnudo universidad, quietud del cuerpo desnudo. Horas de ojos en el cuerpo. Artista como mercancia y no la obra. Hipersexualización del cuerpo desnudo. ...Para comprender esta obra, autobiográfica.... Lugar: se invaden una serie de espacios no destinados comúnmente a la realización de acciones artísticas (trasteros, zonas de paso, etc). En él, se llevaron a cabo una serie de acciones relacionadas con el cuerpo como espacio interior, que exploraban lo tenebroso de cada individuo como experiencia colectiva. Cuatro horas duró el evento, FAAK-TA TENEBRIS.
Espacio: Adulterio ocupó los bajos del Centro Párraga, abarcando el pasillo que da paso a los camerinos, estos incluidos. En este espacio (pasillo/trastero) Berenguel creó una especie de suburbio clandestino como pudiera ser un after improvisado en un trastero oscuro de Berlín.
4 horas
Acto 1º. PREPARACIÓN
Llevó a cabo en directo durante una hora una serie de mezclas sonoras y estridentes con sonidos sobrios y oscuros derivados de la música techno en contraposición con los sonidos relacionados con músicas sagradas del mundo destinadas a elevar el alma entre otras funciones, entre ellas habían cánticos de rezo religiosos, mantras o cantos gregoriano. El título hace un guiño a la adulteración de estas músicas místicas, y lo que devendría posteriormente.
Transcurrida la primera hora de set, Berenguel activó la sesión en bucle y se dispuso a adentrarse en uno de los camerinos situados paralelamente a la improvisada sala de estruendas músicas. Tras la puerta, se encontraba en penumbra el performer desnudo, vendado de ojos, esposado de manos y con la llave liberadora colgada de su cuello.
Acto 2º. RITUAL DE ADULTERIO
El espectador entraba de uno en uno, tras haber conseguido un ticket de pase de manera aleatoria. La forma de entrada era esa, un espectador, tras tres minutos en el interior del vestuario, salía y repartía al azar la entrada, por lo que gracias a éste la acción se seguía perpetuando.
La interacción fue inesperablemente fuerte, pocos fueron los que le soltaron.
Transcurridos ya unos días, sumidos por el abrumamiento de la acción, viene la reflexión.
Llegó un momento en el que tuve que separar el cuerpo y la mente, en un intento de alejarme de lo carnal/banal. Me sentí abrumado por la situación, la cual no pensaba que sucedieran esa serie de proyecciones explícitamente sexuales. Aunque hubo gente que me sorprendió en positivo.
El sentido del ahora, el show del “yo” frente al anonimato.
¿Dónde comienza el límite del cuerpo más allá de las capas de piel?
Se explora en este contexto mediante la falta de identidad o de identificación por parte del espectador, que dá rienda suelta desde el anonimato a lo que la escena le despierta, proyectando frente a un cuerpo desnudo sus temores o sus fetiches.
La premisa era clara: 3 minutos para interactuar con total libertad, cediéndole el don de la añorada privacidad en un evento que a su vez era público, pero en un espacio tan íntimo como es el de un vestuario. Todo quedaba en esos tres minutos, pero en realidad perdurará en el tiempo, en la memoria.
En un principio no pensaba que se iba a sexualizar tanto la pieza, pero como no puede ser de otra manera, los tabús despiertan el morbo de aquellos que no actúan bajo la reprimenda de su imagen pública y el recuerdo o la crítica del imaginario colectivo.
Creo que lo que llevó a la gente a participar de una manera mayormente sexual, fue el morbo de salir impune ante un acto que desaparecería de la memoria, ya que no hay nada que pueda recordarlo. Quedaba prohibido el uso de cámaras en el momento en el que dentro había cualquier espectador, de ahí, que no haya ningún tipo de registro de ello.
En cuanto a mí, puse en juego los límites de mi cuerpo, depositando la confianza en personas anónimas.
Esto lo hice en una fase de mi vida de deconstrucción de mi identidad, como prueba de que al final el cuerpo no deja de ser cuerpo y no hay nada más impenetrable que lo que sucede en nuestro adentro. Esa es la auténtica privacidad, prueba de ello fueron las reacciones de algunas asistentes a la pieza, que días después, se veían en la necesidad de hablar sobre lo sucedido.
Yo quería sentir, que el poder sobre mi lo tengo yo, y no mi mera imagen estética,










